jueves, 10 de febrero de 2011

Dona tus órganos.

MEMORIA DE  UNA LUCHA.
De: Wiliam Vargas Loría
Paciente con trasplante de riñón del Hospital  México. 
“Sueño un   país con  hospitales sin paredes y  pacientes  presentes como seres humanos.”

 Nací para luchar, conocí mi niñez en  los restos de la cultura nahuatl, en la llamada bajura del guanacaste y en el marco de sus amaneceres, de  un sol radiante, en medio de lo que la exuberante naturaleza ofrecía, llena de  Malinches en flor, de los  sandales, de las gallinitas con sus  flores de madero negro, del roble sabana, el saíno, las flores  de  chirristate en diciembre, que  bailaban al ritmo del canto de los pájaros y la brisa de los vientos alisios. Todo este entorno natural representó un sueño lleno de espiritualidad y belleza, hoy traducido en un  mundo de lucha, poesía y solidaridad humana.
     Crecí ante el desafío de la madre naturaleza, sus huracanes, rayos y centellas, inviernos interminables y ríos  desbordados, culebras venenosas, coyotes, leones y  tigres; así como entre  mitos y leyendas sobre aguizotes, donde  el fantasma del más allá  de la muerte, lo incógnito y lo desconocido que ella encierra se constituyeron  en parte del  dilema de la vida.
      Fuerte  como el Espartano  e inteligente como el griego, era el motivo que,  con mucho entusiasmo, aquel maestro  de segundo grado, en cuyas  venas corría la sangre indígena del  chorotega, lo traducía dentro de su visión en  relación con la  naturaleza en sus  propias palabras:” fuerte  como el roble y  flexible como la caña fístola en las riberas de los ríos.”  Para soportar las fuertes  corrientes.
      Estos mensajes llenos de culturas  Helénicas: la Griega y  la Romana que en aquellos  momentos de la  niñez, fueron cultivando   una  visión del mundo con un gran respeto y solidaridad  además, para quienes   los  consideraba más  débiles ante el mundo  de injusticias que siempre han existido en la  tierra.
      Fue así, como con la primera experiencia ante a los incierto y lo desconocido, fue en el  consultorio privado del director de  nefrología del Hospital Calderón Guardia, quien dentro de una posición “franca”, definió  la situación existencial como apremiante y  de los  días contados ante la muerte, sino conseguía de inmediato  un  riñón y de seguro candidato a trasplante y sin haber   cumplido con una  misión  en  la vida, luchar  por un mundo mejor para todos y con todos.  Reflexioné en mis adentros  y  pensé, ¿Quién me puede dar un riñón? Fui recomendado a un diagnóstico  sobre el como funcionaba el riñón y por primera vez, cambié mi forma de vestir por lo típico de  la vida de un hospital que me lleno de angustia y  un cambio existencial, en el cual  la muerte  ya no era un  fenómeno  lejano, sino que  estaba ahí a la vuelta de la esquina, como  se expresa en nuestro pueblo.  Seguro de que el médico estaba equivocado, tenía la esperanza en la tecnología, y de que  el técnico, una vez tomada la radiografía, me diera una  buena noticia.  En el diálogo vivido le pregunté  y usted que opina como ve el riñón, él me contestó” bueno  funciona pero apenas para el gasto”, y si lo cuida puede seguir trabajando. Fue una pequeña luz de esperanza.
      Con la duda  cartesiana y  con la finalidad  de tener una mejor información, se solicitó una  cita  al consultorio  del  director de Nefrología del   Hospital  San Juan de Dios, quien me atendió amablemente y de acuerdo a los resultados de sangre, manifestó con mucha  preocupación;” lo siento, siento mucho haberlo conocido en esta  situación, me gustaría haberlo conocido en otras condiciones”. Cancelé la cita y regresé más convencido que algo grave estaba pasando en mi  vida, donde mis energías físicas y psíquicas comenzaban  a debilitarse.
      Me quedaba  la última opción, el  Director  que tiene que  ve con Trasplantes en el Hospital México, y a él nos dirigimos a su consultorio. Le manifesté que  como debería suponer, no era  el primero que visitaba,  pero que mi creatinina, sin saber que era  eso, estaba en 8 y  él manifestó que con ese indicador el no trasplantaba. El lucharía hasta  las últimas consecuencias por no hacerlo y comprendía además que, lo que buscaba era que me sacaran adelante. Con energía y seguridad, dije con este médico me  quedo porque tuve la sensación que no  solo comprendía la incertidumbre que embarga mi vida, sino que encontraba a un aliado de grandes dimensiones humanas en la posibilidad de recuperar las energías para vivir.
      Así  comienza el proceso, que en una  primera etapa me llevó  al mundo de  Hemodiálisis y a comprender lo que era en la  práctica; lo que teóricamente  compartí en las aulas, respecto a lo que significa el  mundo de la cibernética, es decir, la relación de los hombres  con las máquinas. Disfrutaba de mí filosofar con el Dr. Soto, compañeras y compañeros con quienes compartía mis conocimientos académicos, así como con  el famoso “Chino” funcionario de ese Departamento. Fue una experiencia linda, a pesar del trauma que ello significaba para muchos y muchas compañeras. Siempre  luché por promover un ambiente de calor humano dentro ese dilema entre la vida y la muerte.  Entre el ser  y no ser otro día. En  el ambiente de mi familia comenzaba la  preocupación por mi salud y cuando se presentó la necesidad de un riñón, poco a poco comenzó la  solidaridad familiar y  de  amigos en  busca de una solución para un soñador que siempre luchó por la solidaridad de  los otros. Pero un día recibí un lindo mensaje de un sobrino, que se ha convertido, por lo que significó en aquel momento de la vida, en uno de mis cuadros preferidos para  mi biblioteca:
Querido tío:
 Creo que ha sentido mi alejamiento, pero es su imaginación.
Hoy más que nunca, estoy a su lado
Y quiero que cuente conmigo para todo
Lo que  usted se merece.
Ud ha demostrado que nos ha ayudado
A mi madre, pero ante todo nunca podré olvidar
Que Usted desde mi niñez
como el padre que nunca tuve.
Le debo tanto que quiero que sepa
Que estoy contigo hoy  y siempre.
Te quiero
Dios te proteja.
Atentamente: Francisco “.
     Al día siguiente me llamó y me dijo: “Tío a que horas nos vemos donde el  Dr. En el Hospital  México para que me  realicen los exámenes, yo le  voy a donar el  riñón”. Fue una gran alegría  indescriptible y  me sentí como que volvía a  nacer de nuevo. Se  presentó a la hora indicada como lo habíamos convenido y comencé a experimentar que era  importante para otras personas.   Pero el primer tropiezo fue que no teníamos  el mismo grupo sanguíneo. Una vez más todo se derrumbó, pero solo por 8 horas, regresé a casa y una llamada de su hermana  Karla, ¿me preguntó? Tío que pasó  con mi hermano, le  manifesté que no era compatible  respecto al grupo sanguíneo ¿y cual es? Es grupo  O positivo. Ella corrió y me dice espere  un momento.  Volvió al teléfono y llena de emoción, lanzó un grito de  alegría  y dice, Tío  aquí tengo mi carné y soy también O positivo, mañana vamos a donde  su  doctor.  Pero  quise decirle Karla  usted esta segura de lo que va  hacer y ella respondió. Sin preguntas, eso me molesta. ¿Es que duda de mi  palabra? Yo quiero que usted siga luchando por  la cultura, por que vivamos en una sociedad más justa y solidaria como siempre lo ha soñado y creo que mi riñón  le ayudará  para que  usted puede alcanzar  sus sueños.
      Hoy, doce  años después, puedo expresar que muchos de estos sueños se han hecho realidad no solo por haberlos alcanzado, sino  porque me ha  permitido una mayor  realización como ser humano, unido  a tanta  gente linda: mi madre, mi esposa, mis hermanas y  tantos y tantas personas  que con  un gran espíritu de solidaridad en la  misma institución hospitalaria, han compartido muchos de mis sueños.
      El proceso que encierra los preparativos y el momento en sí tan  lleno de trascendencia en la vida y el estar  en el filo de la muerte, se vio  fortalecido por un espíritu joven, lleno de sacrificio, de valor y de bondad  hacia mi persona y  por ende, a la humanidad con su ejemplo como es la donación de un  órgano.  El significado y lo significante supera a  toda racionalidad  instrumental, para  trascender  en lo más profundo  de lo que es capaz  un ser  humano lleno de bondad, sacrificio   y  amor  hacia los demás.
      Este  gesto  de solidaridad y sacrificio, fue determinante para  superar  t la angustia que representaba  para  todo ser   humano, el ingreso  por primera  vez  a un quirófano donde se experimenta el túnel del más allá de este  vida.  La gran reflexión que surgía era  ¿sí alguien se sacrifica por mi persona,  porqué voy a tener  miedo a esa  maravillosa aventura?  Por eso  y muchas razones más, se justifica esta lucha  en la defensa y cuidados  de este trascendental  órgano, como es el riñón  que,   ha permitido la prolongación de la vida y con ello, compartir en compañía  de  tantos y tantas otras personas  una lucha de tanta dignidad como el luchar por la vida. 
     Todo  salió bien, manifestaba el cuerpo médico,  y de nuevo, volví a mirar a través de  los ventanales del  quinto  piso del Hospital México, los amaneceres en las alturas del volcán Poas y sus alrededores, los carros pasaban  por la autopista como símbolo del  desarrollo del  país y el transeunte caminaba  por las veredas  del Hospital, como  una manifestación más de  la libertad que vive la persona  saludable y de rostro alegre. Soñaba  que era  capaz de volar como Superman,  sin  ningún apoyo de la tecnología moderna y en los  momentos  de tragedia siempre salía adelante. Teñía una gran fe en mi fuerza  física y psíquica para restablecer mi sistema  metabólico.  Apenas tome conciencia de que existía, se me informó de los medicamentos y principalmente de uno, que tendría que utilizar  para toda la vida. “Es muy caro me expresaban las enfermeras, pero es muy bueno”.  Esto contrastaba con mi imaginario, de que una vez trasplantado, no volvería a consumir medicamentos ni  encontrarme con los médicos, esa era parte de la fuerza de las cosas pensadas. Todo  fue  transcurriendo dentro de nuevos paradigmas de la vida, hasta que cuatro años después, y un  día triste  para mi historia, me informó  el médico especialista en nefrología,  que el medicamento, con el cual exclamaba con mucho orgullo  a muchos costarricenses que debería tomar para toda la vida, sería cambiado por una fórmula química parecida, pero no la misma para este servidor.   Reflexioné ¿cual sería el motivo? ¿Es que  ya no somos un milagro de la ciencia médica? ¿Ya no somos  una inversión  social, sino un costo económico?
      De nuevo la paz interior, familiar y social  de lo que fue  el regreso al hogar, la alegría de familiares y amistades,  es alterada cuatro años después  y  así empieza  la  lucha de nuevamente  en contra de las autoridades políticas y tecnócratas de la CCSS,  porque consideramos lesionados, con sus decisiones,   nuestros derechos a vivir con calidad de vida y  que además  demanda   una buena calidad  de medicamentos, buenos tratamientos y con  ello,  el reincorporarnos de nuevo  a  una  vida normal.
     El tratamiento  recibido durante   los doce años  que he vivido   con  el trasplante,  es la  Ciclos porrina  Sandimun Neoral de la Casa  Novartis de Suiza , un medicamento de  vanguardia en trasplante renal  en el mundo, con mas de  25 mil   publicaciones científicas. Posteriormente ha  desarrollado  una tecnología moderna para medir las dosis exactas, C2, es decir después de las dos  horas exactas de haber ingerido el medicamento, considerado una droga crítica  de  estrecho margen terapéutico,  por lo que  este método de medición  nos ha  permitido evitar  el rechazo del   riñón, bien sea por   una sobredosis o por un menor suministro de la misma. Los efectos secundarios de la  Ciclos porrina son muy  variados  y están relacionados con el  sistema de metabolismo de cada paciente. Sus  efectos no  deseables: hipertrofia  gingival, dolor de cabeza, trastornos gastrointestinales, pérdida de apetito, vómitos y  diarrea,  alteración de la función  hepática, hipertensión, presión arterial, calambres musculares, erupciones cutáneas,  y hasta  cáncer. Y  como  en la lucha grecorromana, le he  exclamado a los  césares de la Caja Costarricense del Seguro Social de Costa Rica: Qué vivan los césares, porque yo moriré en la  arena  junto a otros compañeros y compañeras, luchando por  algo  de lo más sublime para  el ser  humano, la  lucha por una vida  con dignidad .
 San  José, 15 de mayo del 2004.

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