MEMORIA DE UNA LUCHA.
De: Wiliam Vargas Loría
Paciente con trasplante de riñón del Hospital México.
“Sueño un país con hospitales sin paredes y pacientes presentes como seres humanos.”
Nací para luchar, conocí mi niñez en los restos de la cultura nahuatl, en la llamada bajura del guanacaste y en el marco de sus amaneceres, de un sol radiante, en medio de lo que la exuberante naturaleza ofrecía, llena de Malinches en flor, de los sandales, de las gallinitas con sus flores de madero negro, del roble sabana, el saíno, las flores de chirristate en diciembre, que bailaban al ritmo del canto de los pájaros y la brisa de los vientos alisios. Todo este entorno natural representó un sueño lleno de espiritualidad y belleza, hoy traducido en un mundo de lucha, poesía y solidaridad humana.
Crecí ante el desafío de la madre naturaleza, sus huracanes, rayos y centellas, inviernos interminables y ríos desbordados, culebras venenosas, coyotes, leones y tigres; así como entre mitos y leyendas sobre aguizotes, donde el fantasma del más allá de la muerte, lo incógnito y lo desconocido que ella encierra se constituyeron en parte del dilema de la vida.
Fuerte como el Espartano e inteligente como el griego, era el motivo que, con mucho entusiasmo, aquel maestro de segundo grado, en cuyas venas corría la sangre indígena del chorotega, lo traducía dentro de su visión en relación con la naturaleza en sus propias palabras:” fuerte como el roble y flexible como la caña fístola en las riberas de los ríos.” Para soportar las fuertes corrientes.
Estos mensajes llenos de culturas Helénicas: la Griega y la Romana que en aquellos momentos de la niñez, fueron cultivando una visión del mundo con un gran respeto y solidaridad además, para quienes los consideraba más débiles ante el mundo de injusticias que siempre han existido en la tierra.
Fue así, como con la primera experiencia ante a los incierto y lo desconocido, fue en el consultorio privado del director de nefrología del Hospital Calderón Guardia, quien dentro de una posición “franca”, definió la situación existencial como apremiante y de los días contados ante la muerte, sino conseguía de inmediato un riñón y de seguro candidato a trasplante y sin haber cumplido con una misión en la vida, luchar por un mundo mejor para todos y con todos. Reflexioné en mis adentros y pensé, ¿Quién me puede dar un riñón? Fui recomendado a un diagnóstico sobre el como funcionaba el riñón y por primera vez, cambié mi forma de vestir por lo típico de la vida de un hospital que me lleno de angustia y un cambio existencial, en el cual la muerte ya no era un fenómeno lejano, sino que estaba ahí a la vuelta de la esquina, como se expresa en nuestro pueblo. Seguro de que el médico estaba equivocado, tenía la esperanza en la tecnología, y de que el técnico, una vez tomada la radiografía, me diera una buena noticia. En el diálogo vivido le pregunté y usted que opina como ve el riñón, él me contestó” bueno funciona pero apenas para el gasto”, y si lo cuida puede seguir trabajando. Fue una pequeña luz de esperanza.
Con la duda cartesiana y con la finalidad de tener una mejor información, se solicitó una cita al consultorio del director de Nefrología del Hospital San Juan de Dios, quien me atendió amablemente y de acuerdo a los resultados de sangre, manifestó con mucha preocupación;” lo siento, siento mucho haberlo conocido en esta situación, me gustaría haberlo conocido en otras condiciones”. Cancelé la cita y regresé más convencido que algo grave estaba pasando en mi vida, donde mis energías físicas y psíquicas comenzaban a debilitarse.
Me quedaba la última opción, el Director que tiene que ve con Trasplantes en el Hospital México, y a él nos dirigimos a su consultorio. Le manifesté que como debería suponer, no era el primero que visitaba, pero que mi creatinina, sin saber que era eso, estaba en 8 y él manifestó que con ese indicador el no trasplantaba. El lucharía hasta las últimas consecuencias por no hacerlo y comprendía además que, lo que buscaba era que me sacaran adelante. Con energía y seguridad, dije con este médico me quedo porque tuve la sensación que no solo comprendía la incertidumbre que embarga mi vida, sino que encontraba a un aliado de grandes dimensiones humanas en la posibilidad de recuperar las energías para vivir.
Así comienza el proceso, que en una primera etapa me llevó al mundo de Hemodiálisis y a comprender lo que era en la práctica; lo que teóricamente compartí en las aulas, respecto a lo que significa el mundo de la cibernética, es decir, la relación de los hombres con las máquinas. Disfrutaba de mí filosofar con el Dr. Soto, compañeras y compañeros con quienes compartía mis conocimientos académicos, así como con el famoso “Chino” funcionario de ese Departamento. Fue una experiencia linda, a pesar del trauma que ello significaba para muchos y muchas compañeras. Siempre luché por promover un ambiente de calor humano dentro ese dilema entre la vida y la muerte. Entre el ser y no ser otro día. En el ambiente de mi familia comenzaba la preocupación por mi salud y cuando se presentó la necesidad de un riñón, poco a poco comenzó la solidaridad familiar y de amigos en busca de una solución para un soñador que siempre luchó por la solidaridad de los otros. Pero un día recibí un lindo mensaje de un sobrino, que se ha convertido, por lo que significó en aquel momento de la vida, en uno de mis cuadros preferidos para mi biblioteca:
” Querido tío:
Creo que ha sentido mi alejamiento, pero es su imaginación.
Hoy más que nunca, estoy a su lado
Y quiero que cuente conmigo para todo
Lo que usted se merece.
Ud ha demostrado que nos ha ayudado
A mi madre, pero ante todo nunca podré olvidar
Que Usted desde mi niñez
como el padre que nunca tuve.
Le debo tanto que quiero que sepa
Que estoy contigo hoy y siempre.
Te quiero
Dios te proteja.
Atentamente: Francisco “.
Al día siguiente me llamó y me dijo: “Tío a que horas nos vemos donde el Dr. En el Hospital México para que me realicen los exámenes, yo le voy a donar el riñón”. Fue una gran alegría indescriptible y me sentí como que volvía a nacer de nuevo. Se presentó a la hora indicada como lo habíamos convenido y comencé a experimentar que era importante para otras personas. Pero el primer tropiezo fue que no teníamos el mismo grupo sanguíneo. Una vez más todo se derrumbó, pero solo por 8 horas, regresé a casa y una llamada de su hermana Karla, ¿me preguntó? Tío que pasó con mi hermano, le manifesté que no era compatible respecto al grupo sanguíneo ¿y cual es? Es grupo O positivo. Ella corrió y me dice espere un momento. Volvió al teléfono y llena de emoción, lanzó un grito de alegría y dice, Tío aquí tengo mi carné y soy también O positivo, mañana vamos a donde su doctor. Pero quise decirle Karla usted esta segura de lo que va hacer y ella respondió. Sin preguntas, eso me molesta. ¿Es que duda de mi palabra? Yo quiero que usted siga luchando por la cultura, por que vivamos en una sociedad más justa y solidaria como siempre lo ha soñado y creo que mi riñón le ayudará para que usted puede alcanzar sus sueños.
Hoy, doce años después, puedo expresar que muchos de estos sueños se han hecho realidad no solo por haberlos alcanzado, sino porque me ha permitido una mayor realización como ser humano, unido a tanta gente linda: mi madre, mi esposa, mis hermanas y tantos y tantas personas que con un gran espíritu de solidaridad en la misma institución hospitalaria, han compartido muchos de mis sueños.
El proceso que encierra los preparativos y el momento en sí tan lleno de trascendencia en la vida y el estar en el filo de la muerte, se vio fortalecido por un espíritu joven, lleno de sacrificio, de valor y de bondad hacia mi persona y por ende, a la humanidad con su ejemplo como es la donación de un órgano. El significado y lo significante supera a toda racionalidad instrumental, para trascender en lo más profundo de lo que es capaz un ser humano lleno de bondad, sacrificio y amor hacia los demás.
Este gesto de solidaridad y sacrificio, fue determinante para superar t la angustia que representaba para todo ser humano, el ingreso por primera vez a un quirófano donde se experimenta el túnel del más allá de este vida. La gran reflexión que surgía era ¿sí alguien se sacrifica por mi persona, porqué voy a tener miedo a esa maravillosa aventura? Por eso y muchas razones más, se justifica esta lucha en la defensa y cuidados de este trascendental órgano, como es el riñón que, ha permitido la prolongación de la vida y con ello, compartir en compañía de tantos y tantas otras personas una lucha de tanta dignidad como el luchar por la vida.
Todo salió bien, manifestaba el cuerpo médico, y de nuevo, volví a mirar a través de los ventanales del quinto piso del Hospital México, los amaneceres en las alturas del volcán Poas y sus alrededores, los carros pasaban por la autopista como símbolo del desarrollo del país y el transeunte caminaba por las veredas del Hospital, como una manifestación más de la libertad que vive la persona saludable y de rostro alegre. Soñaba que era capaz de volar como Superman, sin ningún apoyo de la tecnología moderna y en los momentos de tragedia siempre salía adelante. Teñía una gran fe en mi fuerza física y psíquica para restablecer mi sistema metabólico. Apenas tome conciencia de que existía, se me informó de los medicamentos y principalmente de uno, que tendría que utilizar para toda la vida. “Es muy caro me expresaban las enfermeras, pero es muy bueno”. Esto contrastaba con mi imaginario, de que una vez trasplantado, no volvería a consumir medicamentos ni encontrarme con los médicos, esa era parte de la fuerza de las cosas pensadas. Todo fue transcurriendo dentro de nuevos paradigmas de la vida, hasta que cuatro años después, y un día triste para mi historia, me informó el médico especialista en nefrología, que el medicamento, con el cual exclamaba con mucho orgullo a muchos costarricenses que debería tomar para toda la vida, sería cambiado por una fórmula química parecida, pero no la misma para este servidor. Reflexioné ¿cual sería el motivo? ¿Es que ya no somos un milagro de la ciencia médica? ¿Ya no somos una inversión social, sino un costo económico?
De nuevo la paz interior, familiar y social de lo que fue el regreso al hogar, la alegría de familiares y amistades, es alterada cuatro años después y así empieza la lucha de nuevamente en contra de las autoridades políticas y tecnócratas de la CCSS, porque consideramos lesionados, con sus decisiones, nuestros derechos a vivir con calidad de vida y que además demanda una buena calidad de medicamentos, buenos tratamientos y con ello, el reincorporarnos de nuevo a una vida normal.
El tratamiento recibido durante los doce años que he vivido con el trasplante, es la Ciclos porrina Sandimun Neoral de la Casa Novartis de Suiza , un medicamento de vanguardia en trasplante renal en el mundo, con mas de 25 mil publicaciones científicas. Posteriormente ha desarrollado una tecnología moderna para medir las dosis exactas, C2, es decir después de las dos horas exactas de haber ingerido el medicamento, considerado una droga crítica de estrecho margen terapéutico, por lo que este método de medición nos ha permitido evitar el rechazo del riñón, bien sea por una sobredosis o por un menor suministro de la misma. Los efectos secundarios de la Ciclos porrina son muy variados y están relacionados con el sistema de metabolismo de cada paciente. Sus efectos no deseables: hipertrofia gingival, dolor de cabeza, trastornos gastrointestinales, pérdida de apetito, vómitos y diarrea, alteración de la función hepática, hipertensión, presión arterial, calambres musculares, erupciones cutáneas, y hasta cáncer. Y como en la lucha grecorromana, le he exclamado a los césares de la Caja Costarricense del Seguro Social de Costa Rica: Qué vivan los césares, porque yo moriré en la arena junto a otros compañeros y compañeras, luchando por algo de lo más sublime para el ser humano, la lucha por una vida con dignidad .
San José, 15 de mayo del 2004.
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