Retomando el tema sobre ¿Qué quieren nuestros niños ¿ del Lic. Leonardo Garnier, Ministro de Educación del periódico la Nación del 20 de Diciembre del 2010, y motivado por el evento vivido con los niños, niñas, adolescentes y personas adultas, compartiendo un destino común, el de haber vivido la experiencia de lo que significa superar la vivencias de un quirófano, trataré de rescatar lo que piensan esos niños escolares del que nos hace mención el señor Ministro de Educación, pero a la vez, expresar que pienso entre niños y como niños de ese otro mundo que es el de la salud, la lucha y la sobrevivencia. Es decir pensar como niño para sentirse niño.
Recorriendo un poco la historia y mis laberintos, hace 30 llevé a cabo un trabajo en el contexto del Psicoterapia del El Alma del niño proletario, de Otto Ruhle, un pequeño estudio comparativo sobre ¿Qué querían los niños de una misma edad y un mismo nivel educativo, procedentes de dos instituciones y ambientes sociales totalmente diferentes. Eran niños de tercer grado del Colegio San Francis y niños internados en el Reformatorio Carlos Durán, en Tierra Balance de Cartago. Una de la tesis fundamental era que la naturaleza ha dispuesto las cosas de manera que el ser humano llegue al mundo bajo la forma de niño pequeño. Recuerdo que los niños del San Francis, tenían muy claro lo que querían en su vida, básicamente en relación a su profesión. Todos respondieron su aspiración profesional, médicos, ingenieros, arquitectos, abogados, comerciantes, marcaban el sueño de su futuro profesional y un proyecto de vida a largo plazo. En contraste lo sueños futuristas de los niños del Reformatorio , en su gran mayoría no expresaron tener ningún futuro, y lo que si aportaron algunas aspiraciones , en su imaginario prevalecía llegar a ser como Juan luís Araya Ballestero, el Rey de las fugas de la Penitenciaría Central, Pertenecer a los Hijos del Diablo, El Fugitivo, Alcapone y otros más positivos, llegar a ser algún día jugador del Deportivo Saprissa,
También los niños quieren y sueñan con la paz, recuerdo para Alfredo García de los Santos, niño que apenas cursaba el cuarto grado en escuelita del Estado de Chaguala, México, y consideró: como el día más triste de mi vida fue el de la guerra de Irak que movió al mundo entero. Todos estábamos asustados porque creíamos que era la guerra mundial. Muchos se quedaron sin hogar y murieron de hambre. Esto sucedió en l991. El día más feliz fue el día que pidieron la paz y descontaminaron el mar.
El niño hijo de inmigrantes, que cursa el quinto grado en una Escuela en el Estado de Oregón, hace apenas un mes le pregunté ¿Qué quiere llegar a ser? Y respondió con mucha seguridad, un científico en las ciencias médicas para ayudar a los niños pobres de la Sierra de Puebla en México.
El niño de Gales. Recuerdo de mis prácticas educativas, de hace 20 años, la mirada tierna y sugestiva de un niño parapléjico en un Instituto Especializado para estos tratamientos en la ciudad de Gales, del mundo de este niño, su mundo entre el robot y su instructor, un gran educador nacido para compartir amor, solidaridad, cariño, en síntesis construir vida, alegría y sueños. Aprendí que en este mundo también hay seres especiales, para tratar a otros seres con capacidades diferentes.
¿Pero como sueñan los niños de la Escuela Thomas Jefferson? Haría un carrito para jugar. Me haría una casa más grande de 13 pisos para que quepan mi papá y mi familia. Recogería la basura y echaría al basurero. Ordenaría todo. Que todos los niños tengan juguetes. Haría que todos los niños fueran buenos. Haría que nos cambiáramos de casa a una propia. Conseguiría una bola de la liga. Compraría juguetes. Haría un cumpleaños para celebrar. Convertía cosas y haría trucos. Compraría adornos de vidrio como una tortuga ( como la mi tío). Haría que crecieran flores en el kínder. Que vinieran una oveja para acariciarlas y verlas. Convertiría mi casa en un castillo y sería una princesa. Apareciera un conejito para acariciarlo. Apareciera un carrito a control remoto. Iría a la laya para bañarme. Haría que existieran los dinosuarios para montarme. Me convertiría en una princesa, mi hermanita también y mi mamá una reina y mi papá en un rey, mi abuela una reina también y parecerían muchos queques. Haría que todo lo mal desaparezca. Haría un helado para comer y poder volar como un pájaro. Que mi familia tenga salud, sobre todo mi hermanito que cuando se enferma se le va a los bronquios. Que no se enferme. Y que mi mamá consiga un trabajo. Cambiaría el país. Haría casas, papás, hijos… Haría que todo el mundo fuera feliz. Haría un tobogán. Haría un cuadro para convertirlo en un regalo. Y que mi papá me lleve a pasear. Aparecería una plasticina verde para jugar. Me compraría un carro para “andar” a mi mamá y que mi mamá y mi papá se casen.
Lo que quieren ser estos niños: Estudiar números y letras. Ser doctora de animales. Manejar “Monster Jam” y conducir motocicletas. Trabajar de policía. Ser maestra. Trabajar manejando camiones. Ser profesor de cómputo. Ser masajista profesional. Ser Veterinaria. Ser maestro de escuela. Ser “arreglador “de carros. (mecánico). Ser paleontólogo. Trabajar en una pizzería, ser dueña y vender pizzas. Ser doctor. Ser pescador. Ser una maestra de kínder. Ser cocinero de “cangreburger”, como Bob Esponja. Ser portero de futbol. Ser mecánico. Manejar un tren. Cantar.
Y que quieren los niños trasplantados y los que fuimos niños. Que el perfume de eso que se llama solidaridad, nos permita contar con muchos órganos para nuestros trasplantes. Que en Costa Rica, tengamos muchas cirujanas como la Dra. Amalia Matamoros para que todos los niños con problemas de las enfermedades de hígado puedan compartir con sus padres, amigos y otros niños, una vida mejor. Queremos vivir con el apoyo solidario de médicos y personas que se dedican por nuestras vidas. Tener la oportunidad de la atención médica con amor y calidez en todos los hospitales del país. Que prevalezca la bondad y al amor en de empresarios para disfrutar de esta linda navidad. Contar con muchos Centros de Trasplantes en Costa Rica para la salud de todos nosotros, los que tenemos que vivir con un trasplante de órgano y para todos los niños de la humanidad. Que vivan todos los niños. Abrazar a mi mama y darle paz y amor para toda la vida. Que nuestros médicos, como decía una niña de 13 años trasplantada de hígado, más que médicos, ellos son nuestros amigos, nuestro ejemplos a emular. Que podamos nosotros los niños seguir disfrutando del abrazo fraterno de estos grandes profesionales de la medicina de este país, recibiendo su ternura y su calor humano. Nosotros somos el futuro del país y pedimos respeto, amor y solidaridad para un mundo mejor para todos. Gracias a todos los organizadores que nos hicieron recordar que nunca podemos dejar de ser niños y que toda persona adulta, lleva un niño por dentro.
Reflexiones finales. No permitamos que se apague la sonrisa de un niño con problemas de salud. De ese niño de seis años que se desplazó con su mamá desde la comunidad de Quepos para disfrutar de un regalito y del abrazo fraterno de un profesional de la medicina en este país, La política no tiene el derecho ni la autoridad para poner en juego la vida de las personas. De lo que queremos ser a lo que llegamos a ser, hay todo un camino que recorrer y depende de muchos factores que van desde los fundamentos biológicos de la conducta, las bases sociales de la conducta, los sentimientos y las emociones experimentadas, los procesos cognoscitivos, afectivos, la capacidad creadora, la personalidad, las actitudes, que nos permiten el debatimos entre sueños y realidades. Gracias a la Dra. Matamoros y a su excelente equipo humano, a los empresarios y empresarias que respondieron al mensaje de amor para los seres humanos con trasplante de órganos, a las presidentes de las Fundaciones de trasplante de órganos de niños y personas adultas, que Dios las tenga con buena salud y de nuevo el próximo año, vivir otra oportunidad de compartir el amor, el cariño y el perfume de la solidaridad.
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